domingo, 25 de agosto de 2013

chichihuahua

Los piojos me rogaban inutilmente
mientras trepaban inútilmente por mis vestidos,
y cada amanecer los ejecutaba
escuchando sus crujidos,
aunque siempre afluían de nuevo tranquilamente.
Rusia, yo te he donado
 mi blanco cerebro divino;
soy yo, soy Jliébnikov.
Hundí las estacas, los ejes, en el alma del pueblo
y levanté sobre pilotes una casa,
"Nosotros los futurianos".
Hice todo ello como una miserable,
una ladrona, dondequiera maldita por las gentes.




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