Me desperté soñando en la cantidad de tiempo que hacía que no soñaba. Sudor, náuseas. Vuelta al subsuelo.
Si no creyera en la razón del equilibro, en el delirio, en la mínima esperanza, en el poder de una voz grave y rasgada, en lo simple que puedo llegar a ser, en lo que duele.
Voy a volver a sentir el viento en la cara, los nervios increbrantables que perdí pensando que me había perdido entre las lagunas de tu tiempo perdido. Ahora soy yo la que juega más allá. El mundo será todo lo que yo quiera que sea.