lunes, 30 de julio de 2012

No te quites virtudes, pero tampoco defectos.

Soy el gimnasta que se calló de las anillas, el bebé que pinchó el manguito de su hermano, el afán de un logro incalculable. Me ordeno y me desordeno, intento fracasadamente darle un giro a mi vida, y cada vez que me la juego el destino me dice que tengo que seguir entre mis líneas paralelas y esperar a que algo me sorprenda a mi. Me sale todo tan bien por un lado que me conformo con ser una persona mediocre en vez de intentar llegar a la cima más alta; parece que allí corre demasiado viento y temo a que el fuego arrase con el suelo despoblado. Que no pasa nada porque se te vea el ombligo en la playa o tengas las manos feas.