Me desperté soñando en la cantidad de tiempo que hacía que no soñaba. Sudor, náuseas. Vuelta al subsuelo.
Si no creyera en la razón del equilibro, en el delirio, en la mínima esperanza, en el poder de una voz grave y rasgada, en lo simple que puedo llegar a ser, en lo que duele.
Voy a volver a sentir el viento en la cara, los nervios increbrantables que perdí pensando que me había perdido entre las lagunas de tu tiempo perdido. Ahora soy yo la que juega más allá. El mundo será todo lo que yo quiera que sea.
Sé que el silencio ha sido lo único que has podido obtener por respuesta. Un terrible miedo a que sonasen las palabras inadecuadas en el momento inoportuno me ha paralizado durante todo este tiempo.
ResponderEliminarSemana tras semana creíame capaz de dirigirte la palabra, y semana tras semana mis piernas autómatas respondían con mayor celeridad
que mi cabeza. Aun frente al monitor seguía temiendo que unas líneas equívocadas levantasen un muro infranqueable entre ambos.
Buscaba el sentido desde el arte, la plenitud se me presentaba en la pintura, la arquitectura y la escultura; ser por siempre y para siempre.
¡Pero qué diantres! Obviaba la importancia del fin, rehuía entre otros el arte que con más fuerza me ha atraído, el arte que ha hecho posible
que hoy esté aquí escribiéndote estas líneas, el mismo que ha hecho que tú y yo fuesemos uno por unos instantes, el mismo que nos dio a conocer.
La música... ¿Sería concebible de ser eterna? Al igual que el cine, el teatro o la literatura el no fin y el mantenerse inflexible por siempre
daría como resultado un auténtico tedio, vamos un sopor, si se me permite la expresión un estrepitoso y rotundo coñazo.
Es tiempo de cambiar sueños e ilusiones por hechos, de que quimeras y utopías mueran en nuestros cuerpos.
http://www.youtube.com/watchv=FxhR4TnV8XE&feature=related
un anónimo nunca pasó a la historia
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