martes, 12 de abril de 2011

Marte, el portador de la guerra.

Mira la de veces que he intuido que algo estaba cerca, la de veces que he sentido que planeaba rutas científicas entre tus lunares, la de veces que he tenido que ser la tonta de las baldositas. Platón existe, siempre ha existido. Permite que pueda ver como sacas tus joyas de marfil cuando hablas, cuando cantas, cuando comes y hasta cuando finges estar dormido y descubres tu pecho como un actor de cine barato. Platón me dice que pronto eliminaremos trámites, que pelaremos nueces hasta que construyamos un barco con sus cáscaras y le pongamos una vela de papel de cartas con nuestra propia caligrafía, que pasarán a ser velas de un Nocturno de Chopin. Que el barco  nos lleve a Italia. Será un viaje astral: de júpiter a saturno, de saturno a urano, de urano a neptuno: pero no se te olvide, Platón es omnisciente, el ser supremo.

Las sonrisas de los bares se vuelven juegos de póker donde nuestros gestos ocultan lo que nos transmitimos. Siento que conoces cada una de mis neuronas y las tomas con libertad cuando las necesitas; me las devuelves con olor a ricura. No es porque yo quiera, es porque Platón manda.
Y con esto y una nuez, hasta Platón, a las 10.

No es amor, es una hipótesis sobre Marte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario